Rusia VS Ucrania: Nuestro bando.
Desde el momento en que las tropas rusas han penetrado en Ucrania hemos asistido a un bombardeo mediático que ha ignorado por completo las razones que han llevado a Rusia a tomar esta nefasta decisión y nos han presentado a un demonio amante de la guerra y la opresión política que es Putin como única razón para que se diera este escenario. Se han señalado numerosas razones para que esta guerra haya comenzado: nostalgia postsoviética, pannacionalismo ruso, megalomanía, maldad, autoritarismo, etc. El relato que los mass-media han reproducido por aire, mar y tierra trata a la población como carne de cañón y menores de edad en términos informativos, pero a decir verdad la realidad como es de esperar es mucho más compleja.
Ciertamente, desde la desintegración del mundo del homo sovieticus, desde que se dio la desintegración de la URSS y los países adjuntos en el Pacto de Varsovia, la OTAN no han parado de cercar a Rusia con presión militar y más bases de la OTAN. Los acuerdos de los años 90 del pasado siglo han sido incumplidos sistemáticamente por parte del eje atlantista y Europa del Este está hoy más que nunca tomada por la custodia militar otanista. Esto ha llevado al caso extremo de que en 2014, valiéndose de la rusofobia y de sectores abiertamente neofascistas ucranianos se implantara en Ucrania un tipo de gobierno cercano a los intereses de la OTAN, la UE y EEUU. Efectivamente, en 2014, en la frontera de Rusia un golpe de estado implantó un régimen de estas características, con la contradicción de que basando parte de su discurso en el odio a la Gran Rusia la mayoría de la población ucraniana es rusoparlante y tiene fuertes relaciones culturales, familiares y culturales con la nación vecina.
Estas contradicciones ocasionaron que desde 2014 se viva una situación de guerra interna, localizada sobretodo en las regiones de Lugansk y Donetsk, zonas limítrofes con Rusia y con una mayoría de la población no ya prorrusa sino más bien proclive a una suerte de entendimiento con Rusia e incluso con cierto grado de sentimiento nostálgico prosoviético. Esto ha retroalimentado un nacionalismo radical ucraniano que bebe de fuentes abiertamente neofascistas y recupera la figura de Stepán Bandera, principal líder del colaboracionismo nazi durante la invasión hitleriana de la URSS. Durante estos años la situación en la zona del Donbass ha sido de guerra abierta, aunque quizá de baja intensidad, con unas fuerzas regulares del gobierno ucraniano atentando contra la población civil pero siempre escudándose bajo el paraguas de grupos militares neofascistas como el Batallón Azov.
El resultado ha sido la autoproclamación de estas zonas como repúblicas populares e independientes y miles de muertos en el Donbass desde 2014. Por supuesto, no se ha explicado desde los medios de comunicación de masas lo que ha sucedido en el Donbass. En Ucrania el otanismo y Estados Unidos (principal agente desestabilizador en este caso) ha jugado sus cartas jugando con elementos peligrosos y la baraja ha acabado estallando para todos.
Camino de las dos semanas de conflicto medios de comunicación dependientes del gobierno ruso e incluso otros que simplemente tienen un discurso distinto al hegemonismo imperante han sido censurados en Europa, EEUU o Latinoamérica. El Kremlin ha tomado por supuesto la misma posición y ha censurado diversos medios, además de reprimir las manifestaciones de su propia población contra la salida belicista que finalmente ha tomado Putin. Estamos imbuidos en una gran guerra total a nivel psicológico y material frente a Putin cuyas consecuencias todavía desconocemos. Pero lejos del relato de los acontecimientos...
¿Cuál es nuestro bando?. ¿Cuál es el bando de los internacionalistas, de los pueblos trabajadores, de los que todavía levantan la bandera del socialismo?
Hace unos días aparecían imágenes de comunistas griegos marchando contra la OTAN y contra Putin, con paso firme y alegando que ninguna guerra que enfrente a los trabajadores es justa. La imagen, emocionante y llena de fuerza, resume la esencia de este momento, resume la esencia de la posición que debemos adoptar. Aquí hemos visto desde todos los flancos primero contundentes discursos antibelicistas por parte de la izquierda pop, para después aplaudir la decisión del gabinete Sánchez de enviar armas a uno de los bandos implicados, en este caso Ucrania, que pueden acabar en manos de milicias fascistas.
Por otro lado, muchas personas con ropaje antiimperialista o comunista ven en la Rusia de Putin una especie de salvavidas frente al mundo unipolar que se engendró en 1992, viendo en Putin una especie de ser que equilibra y pone en jaque al imperialismo. Es verdad que el papel de Rusia en conflictos como el sirio es encomiable frente a la praxis estadounidense y atlantista. Es cierto que también la situación del Donbass requería la intervención del ejército ruso desde hace mucho tiempo, pues lo que se ha vivido en esa zona de Europa es totalmente inaceptable y los nacionalistas ucranianos han violado de forma reiterada toda la legalidad internacional. También es normal que muchos camaradas hayan denunciado la balcanización de Europa del Este y el cerco militarista por parte de la OTAN a la Federación Rusa, no podemos ignorar que una bestia herida como son los EEUU puede ser capaz de todo. Dicho esto, ¿es justo desde una posición socialista justificar la invasión de Ucrania?
En los últimos días hemos visto como muchas personas han mostrado su adhesión acrítica al papel de Rusia en todo este conflicto. Fruto de una nostalgia postsoviética, de una dialéctica de la Guerra Fria desfasada o de un folclorismo soviético o rusofilo que muchas veces ha exhibido el actual Estado Ruso por interés, camuflando la naturaleza reaccionaria de Putin, esto es un hecho y se ha dado. Quizá fruto de un deseo de aniquilar toda esa ralea neonazi que tiene tanta influencia en Ucrania, sobretodo en el ejército, se han visto deseosos de una operación relámpago que extermine de la faz de la tierra a esa basura.
Lo que no han llegado a percibir estos camaradas es que eso es caer en una miopía analítica que ignora que en el otro bando también hay un gran contingente de elementos reaccionarios, que fuera de la lógica dialéctica de estados, se ven alimentados también por un nacionalismo etnicista ruso o por una suerte de conglomerado ideológico abiertamente neofascista. ¿Van a equilibrar estos elementos el mundo y parar los pies al imperialismo atlantista o lo van a retroalimentar?. ¿Vemos en el gobierno de Putin una suerte de fuerza que saca las vergüenzas a la lógica imperialista?
El Movimiento Comunista Internacional debe alzar su propia bandera y tejer redes de información con un enfoque que reconstruya nuestra independencia ideológica, la independencia política de la clase obrera en todo el mundo. La II Internacional también cayó en el error de enfrentar a los pueblos y graduar a los estados en función de su mayor o menor naturaleza imperialista. No somos ni-nis, no tenemos una posición impasible e idealista frente al actual problema. Lo que tenemos es la certeza de que el recrudecimiento de la guerra económica (sanciones lo llaman) solo va a perjudicar a la clase obrera de uno y otro lado de los Urales.
Nuestra esencia internacionalista invalida los esquemas del nacionalismo burgués y sus derivados geopolíticos. Es cierto que la geopolítica es un arte complejo y lleno de contradicciones pero en este momento histórico de repliegue táctico y estratégico del socialismo debemos tener una posición independiente ante este escenario. Debemos seguir elevando la bandera de la paz entre los pueblos y la guerra frente a la burguesía. Solo de esta manera lograremos avanzar posiciones y ganar credibilidad frente a una clase trabajadora totalmente bombardeada por los mass-media y las traiciones de la izquierda pop.
Asturies, marzo de 2022.
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