Reconstruir un movimiento popular por la paz, una oportunidad para el movimiento comunista en Europa.
Por otro lado, en nuestro ámbito atlantista Ucrania ha sido la ganadora moral de esta guerra mientras la mayoría de la gente del planeta parece simpatizar con el bando conformado por la Federación Rusa. Ante este escenario de nacionalismo oligofrénico y dualidad de poderes nos tenemos que preguntar siguiendo a Lenin ¿qué hacer?. Ya hemos tratado en este espacio cuestiones alrededor de la guerra en Ucrania. No somos ni-nis ni compramos la versión de la guerra interimperialista entre la OTAN y Rusia, pues no se ajusta a la realidad material de la propuesta que hizo Lenin sobre el imperialismo pero tampoco a los estándares internacionales actuales en términos geopolíticos.
Lo que si es evidente, no siendo una guerra interimperialista, es que es una guerra entre países capitalistas, ¿por qué prestar atención a esta situación?. Decía Stalin que "la lucha de los países capitalistas por los mercados y el deseo de hundir a sus competidores resultan prácticamente más fuertes que las contradicciones entre el campo del capitalismo y el campo del socialismo (...) de aquí se desprende que la inevitalidad de las guerras entre los países capitalistas sigue existiendo" (1). La razón de prestar atención a esta guerra y tomar partido es evidente, estamos en un contexto imperialista y nuestro Estado es parte implicada, por tanto, como trabajadores nos vemos directamente afectados.
Desde 2013 Ucrania ha entregado la soberanía limitada que tenía y ha recorrido un camino de fasticización de la mano de Estados Unidos contra todo lo ruso, mientras Rusia como Estado no ha hecho nada para frenar esta deriva, incluida la persecución de gente rusofona dentro del Estado nacido del golpe de Estado del Euromaidan. Al mismo tiempo, la Europa del capital se ha plegado a los intereses de Washintong, hecho que se ha demostrado con el sabotaje del Nord Stream 1 (sin pedir cuentas a nadie) y con el envío de ingentes capitales y utensilios militares a Kiev.
En resumen, tenemos a un Estado capitalista, Rusia, que ha visto violados todos los compromisos internacionales contra sí mismo desde la caída de la URSS, ahora con un liderazgo fuerte que ha cogido el timón, invadir un país. Una Federación Rusa con anhelos imperiales, que bebe de una tradición zarista y dónde la disidencia verdaderamente rupturista con la lógica del capital pasa auténticas penurias, pues en cierta parte no deja de ser el mismo Estado Anticomunista nacido de la desintegración soviética. Un país, el invadido, que ha basado su soberanía limitada a la OTAN (sobretodo a EEUU) y a una ideología nacionalista que bebe del colaboracionismo nazi de la II Guerra Mundial y a un bloque atlantista que gira ante la Administración Biden. Administración que quema su último cartucho para que EEUU mantenga su hegemonía mundial. Dicho de otra forma, sobre esto último, destruir Rusia para tener mayor capacidad de control sobre la República Popular China.
"¿Qué hacer?"
Ante este escenario, ¿qué debe hacer la ciudadanía combativa y con conciencia política en Europa Occidental?. Para empezar, lo primero es no comprar marcos sistémicos a la hora de analizar la situación actual, ni Rusia es un diablo hecho ejército que va a tomar Berlín ni Ucrania es una suerte de Vietnam contra EEUU. Ante la situación lo que ha de primar en Occidente para el Pueblo Trabajador es claro: frenar la inflación y la crisis capitalista, el militarismo y acabar con el sojuzgamiento de la OTAN sobre los estados "soberanos" de Europa. "No a la Guerra" puede en este momento aunar voluntades y fuerzas para una serie de cuestiones sumamente importantes para la autoorganización de nuestra clase y la consolidación futura de las propuestas del socialismo científico.
Debemos paralizar la barbarie ante todo y frente a todo condicionante externo a nuestra clase. La clase obrera de Europa ha de dar una lección de orgullo ante el mundo, combatiendo a sus gobiernos frente al devenir bélico y servil que marca EEUU, las consecuencias económicas de la guerra y nuestro horizonte estratégico de fraternidad universal entre los pueblos. Es evidente que la guerra potenciada por EEUU frente a Rusia con escenario en Ucrania ha puesto a toda Europa en una difícil situación. No se trata de que a nivel geopolítico Europa sea desde la llamada "Guerra Fria" el portaaviones de EEUU frente a Rusia y Oriente, se trata que la situación actual sólo puede ser resuelta para el capital con un empobrecimiento drástico de los trabajadores de los estados europeos.
En relación ante lo antes dicho, la deriva de la izquierda sistémica ha ido demasiado lejos, primero se puso de perfil ante la guerra y las maniobras anteriores de la OTAN por medio mundo, ahora hemos visto cómo se ha plegado completamente al paraguas atlantista, con episodios vergonzantes como los que vivimos el año pasado con la cumbre de la OTAN en Madrid. Hemos visto a organizaciones que nacieron en España al calor de las movilizaciones contra el ingreso en la OTAN, como Izquierda Unida, aplaudir la colonización yanqui de los mass-media de España y comprar el discurso de la cumbre citada anteriormente.
Las pasiones se desatan y otros autodenominados socialistas, comunistas o antiimperialistas compran el discurso de Moscú, fruto de un errado análisis geopolítico o de tragar con el uso torticero que hace la Federación Rusa de forma oportunista de vieja parafernaria soviética. Un folclorismo sacado de un armario que huele rancio para la propia cohesión nacional y social de un país capitalista y oligárquico como es hoy en día Rusia. Incluso se han unido a este club de instrumentalizar los símbolos de la URSS tercerposicionistas y elementos cercanos al fascismo por puro antiamericanismo. ¿Pero dónde queda la postura justa?.
Como antiimperialistas y si nos queremos guiar por la filosofía de la práxis que es el marxismo tenemos que andar con pies de plomo en esta cuestión pero marcando un ritmo o un paso bien decidido: coherente, clasista e independiente de toda la barbarie que nos quieren hacer vivir ahora y en un futuro próximo.
En primer lugar todas las guerras que bajo nuestra visión ontológica de la realidad facilitan el progreso humano pueden ser justas, por ejemplo, las guerras que hicieron los movimientos de liberación nacional del siglo XX lo eran y ahí estuvieron los comunistas apoyando al sujeto a emancipar. Lo cierto es que esta guerra en Ucrania no favocere el progreso humano, solo enquista un problema más y nos pone a los pies del abismo geopolítico. Marx dijo que "la violencia es la partera de la historia" pero aquí camaradas no estamos asistiendo a ningún parto, estamos asistiendo a una suerte de última carta de EEUU para mantener su hegemonía en el mundo, o en el peor de los casos para el Departamento de Estado a un morir matando. O si queremos verlo de otra forma, a un resurgir del oso ruso, que después de tanta humillación se ve herido y quiere salir de su cueva a dar unos zarpazos de autodefensa. Pero no es una situación bélica en la cual la victoria de alguno de sus buques insignia vaya a dar un nuevo horizonte de posibilidades de autoemancipación de los trabajadores del mundo.
Partiendo de la primera premisa, una de las consecuencias más brutales y más extendidas ya por todo el mundo, sobre todo en Europa, es el empobrecimiento progresivo pero decidido de las condiciones de vida de la clase obrera. Debemos de empezar a pedir el fin de este conflicto bélico por mera supervivencia, el capital ya está viendo cómo la tasa de ganancia empieza a decrecer (el crack financiero de diversas entidades yanquis esta semana pasada lo evidencia), la única forma que conoce históricamente el capital de estabilizar su margen de beneficios frente a las situaciones de congelación de movimiento financiero no es otra que reajustar la cantidad de dinero necesario para mantener la reproducción social. Si no queremos ver situaciones de desmantelamiento total o parcial de servicios públicos, disminución de salarios y pensiones o que la carestía de la vida no aumente más debemos de organizarnos para luchar contra esta guerra, no por ninguno de los bandos en contienda, sino por nosotros mismos.
Cambiando un poco de tercio, hay que recuperar nuestro orgullo de clase pero también el orgullo que hacía a nuestras vanguardias dar ejemplo de antibelicismo y soberanía popular. Por ello, es necesario combatir con vehemencia el actual estatus que tiene el Estado Español dentro del panorama geopolítico mundial. Recuperar la consigna "OTAN no, bases fuera" no sólo supone combatir el imperialista yanqui en el Estado Español, supone además una herramienta de moralidad y coherencia frente a la por nosotros llamada Socialdemocracia 2.0. Supone quitar caretas a organizaciones y partidos que han vendido su alma al diablo pero siguen engañando a parte del Pueblo Trabajador, aunque cada día que pasa con menos influencia.
Los partidos que están en el Gobierno de España, también los que están en la oposición, están totalmente comprometidos con los intereses del Complejo Industrial-Militar de Estados Unidos, como en su día lo estuvo el propio Franco. Practiquemos una pedagogía de masas explicando la falta de soberanía que los pueblos de España tienen con instituciones y representantes públicos. Sin soberanía no puede haber democracia, ni siquiera democracia burguesa-liberal.
En fin, la consigna "No a la Guerra" puede en este momento aunar voluntades y fuerzas para una serie de cuestiones sumamente importantes para la autoorganización de nuestra clase y la consolidación futura de las propuestas del socialismo científico. En síntesis consideramos necesario recuperar esta consigna por diversos motivos:
- Primero, frenar la barbarie militarista en el este de Europa, por justicia y por mera humanidad los inocentes rusos y ucranianos no merecen sufrir en su vida personal más barbarie de la que ya han sufrido, desde miles de kilómetros es muy fácil apoyar a uno u otro bando pero esto no sólo va de filias y fobias, también va de vidas humanas y situaciones familiares.
- Segundo, denunciar el papel del imperialismo, principalmente estadounidense, utilizando a Europa y al pueblo ucraniano a cambio de nada y muy poco para poder mantener su polifacética hegemonía en el mundo. Debemos de volver a levantar la bandera antiotanista desde el movimiento popular y liberar Europa de bases yanquis, bases que en un futuro serían operadas para reprimir una situación insurrecional y revolucionaria en nuestros respectivos estados europeos.
- Tercero, dar la espalda al nacionalismo como ideología rectora de los designios del mundo. Ni el nacionalismo ucraniano filofascista ni el nacionalismo ruso que bebe de una suerte de corrientes también reaccionarias han de tener el respaldo de nuestra clase. Nunca lo han de tener y menos en la actual coyuntura. Esta locura que se está generando sólo puede dar alas a ideologías y partidos reaccionarios y por ello hemos de ganar la batalla al nacionalismo y potenciar la conciencia internacionalista proletaria.
- Cuarto. La guerra no se paga sola. Nuestra clase no puede caer en el discurso belicista por mera supervivencia. Nuestra meta no es la redistribución de la riqueza dentro de un marco burgués ni el comunismo aboga por la lucha economicista pero debemos tener un techo y para comer. Por tanto, la situación actual nos llama a ligar la lucha contra la guerra a la defensa de los Servicios Públicos y contra la carestía de la vida. Combinar el antibelicismo, la realidad material y la denuncia de la participación del Estado Español en esta contienda golpea triplemente a la nueva socialdemocracia y allana el camino para un cambio real, para el surgimiento de alternativa popular real libre del populismo de izquierda en el que muchas personas válidas han caídos por desgracia en los últimos años.
- Quinto. Aprovechar este atolladero para generar un nuevo ciclo de movilización y de unidad de acción con bases programáticas verdaderamente transformadoras. En manos de todos está que se den estas dinámicas de lucha contra la guerra, no por que seamos pacifistas ni buenos católicos, se trata de generar unas dinámicas que vuelvan a reencontrar a mucha gente lejos del oportunismo y sumen voluntades para generar nuevas inercias de lucha transformadoras. Retomar el camino que por desgracia el 15-M abortó y recuperar espacios y discursos serios, lejos de folclorismos pero llenos de verdad revolucionaria y superación de lo actual.
Aprovechemos la oportunidad frente al ataque a nuestro nivel de vida, la fraternidad proletaria universal y los juegos del imperialismo. Sepamos leer el momento y convirtamos el actual estado de las cosas en algo creador. ¡Uníos Hermanos Proletarios!. ¡Ni guerra entre pueblos, ni paz entre clases!.
Asturies, marzu de 2023.
(1) J. Stalin (2018). Los problemas económicos del Socialismo en la URSS. Ediciones Acción Proletaria.
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