A vueltas con otro ciclo (circo) electoral.


            Este año 2023 nos enfrentamos a diversas citas electorales (municipales, autonómicas, estatales). La democracia burguesa y el sistema parlamentario engrasan toda su maquinaria y prepara el gran espectáculo de la política institucional. Diversas formaciones presentan sus candidaturas y el status quo se hace campañas de marketing a sí mismo pidiendo la participación ciudadana en los diversos comicios. 

Los partidos sistémicos a derecha e izquierda crean debates interesados para centrar el ojo público en aspectos que a muchos les pueden tocar la fibra pero que no van a resolver los problemas diarios de los trabajadores, como hemos visto con la última polémica creada por la derecha por los candidatos de EH Bildu ex-militantes de ETA, pero vendrán más casos similares en los próximos días y meses. 

A su vez, los grandes medios de comunicación sacan a la palestra para el debate de tertulianos que han pasado el filtro del sistema aspectos que proponen los partidos en sus puntos programáticos, aunque esto cada día importa menos y el foco va más en las performances que hacen algunos candidatos. Al final nos encontramos un espectáculo que reduce la política a su mínima expresión y potencia los aspectos más banales y superficiales, convirtiendo la cobertura periodística de las elecciones en un circo. Pero a decir verdad, esto no deja de ser una constante de cómo se han cubierto las elecciones en la democracia burguesa en las últimas décadas, pero con la particularidad de que esto no deja de degenerar cada vez que hay un nuevo ciclo del sufragio. 

Fuera del denominado o entendido como establishment decenas de candidaturas que se reclaman alternativas, antisistémicas o transformadoras también aprovechan la nueva cita electoral para presentarse y medir su nivel de nivel de implantación sociológica, difundir su marca o simplemente aprovechar algunas ventanas oficiales que se abren por la Ley Electoral para difundir sus propuestas. Lo cierto es que este tipo de iniciativas no han parado de aprovechar las elecciones para dicha táctica durante muchos años sin que nada haya cambiado, ni para estas fuerzas políticas ni para la propia sociedad. Son utilizadas bajo nuestro punto de vista por la democracia burguesa para autolegitimarse a sí misma, una suerte de rarezas políticas que tienen el mismo derecho que los grandes partidos pero que dado que presentan programas que pueden exceder el consenso capitalista no logran éxito pues juegan fuera de la "hegemonía". 

Por supuesto que alternativas y partidos que se autoproclaman como organizaciones de clase tienen derecho a presentarse a las elecciones y aprovechar estas citas para hacer agitación y propaganda y acercar más de lo normal sus propuestas a la sociedad. Lo cierto es que no hay en el Estado ninguna organización política realmente transformadora para seguir esta máxima leninista y que pueda utilizar las instituciones y los procesos participativos de la democracia burguesa para avanzar realmente. Todas estas alternativas que van sin ninguna fe a este proceso para difundir sus programas se engañan (por el momento) a sí mismas y acaban haciendo más perjuicio que beneficio para ellas mismas y también para un proceso de cambio real. 

¿Estamos dando a entender que la abstención electoral es el único camino posible?, ¿damos a entender por otro lado que estos procesos no tienen importancia para la clase trabajadora?, ¿estamos aquí llamando a no participar en los procesos electorales?. A todas estas preguntas que lanzamos al aire respondemos que no, no a todas, al menos en este contexto que nos ha tocado. No podemos afirmar en relación a las elecciones burguesas nada categórico y estático pues va en contra de la propia lógica marxista. Todo depende de la coyuntura concreta de cada momento, la correlación de fuerzas y un posado análisis concreto de cada realidad concreta. 

La llamada vía abstencionista como único camino, que se formula en la primera pregunta que lanzamos al aire, no tiene razón de ser en el aquí y ahora. Si todas las fuerzas rupturistas abogaran por ella y no jugaran entre dos tierras podría tener cierto sentido. Una campaña coordinada, unitaria y pedagógica que explicara a los sectores populares las limitaciones del parlamentarismo burgués y el modelo democrático del Reino de España tendría mucho lógica, pero dado que es un escenario que no se va a dar queda descartada como vía transformadora de nada. El día que eso pueda pasar habrá que plantearse su idoneidad o no. 

La segunda pregunta hace referencia a la importancia que pueda tener o no un proceso electoral dentro de una estructura burguesa (el Estado y sus organos descentralizados) para los trabajadores. En este sentido, hay que tener en cuenta que unas elecciones en un sistema democrático-burgués es una suerte de plebiscito a nivel micro de cómo se va a gestionar la reproducción del modo de producción capitalista en un territorio determinado y quién va ser el responsable político principal de la reproducción social. Dado que en estos años de repliegue y reacción que vivimos no vamos a dar pasos adelante por el momento es importante medir bien cómo va a darse la reproducción social capitalista y aunque lo que queramos es romper con el liberalismo político y económico los trabajadores han de ser libres para razonar que tipo de proceso quieren. La clase trabajadora se puede ver afectada de una forma u otra en sus condiciones materiales por el resultado de unas elecciones, no podemos omitir esto. 

Obviamente la reproducción capitalista tendrá tendencias y dinámicas que escaparan a lo que emana de las urnas, siempre ha sido así, pero el hecho de que un partido o un acuerdo de partidos u otros detente el poder parlamentario en un territorio determinado puede influir más o menos en esta dinámica. En este sentido, la "socialdemocracia" tiende a hacer (no siempre) la reproducción capitalista más suave para el obrero pero también más alienante, mientras las derechas (no siempre) pueden hacer esta dinámica más clara pero con menor grado de alienación (conflicto material) para nuestra clase. 

El tercer interrogante planteaba si nos negábamos a que la clase obrera y los sectores progresivos de la sociedad debería negarse a participar en los procesos electorales, lo cual por supuesto hemos negado, no sólo por una cuestión de principios sino también por la mera estructura económica y sociológica que existe en cualquier estado capitalista. En nuestro contexto, de ausencia de una vanguardia revolucionaria, no podemos negar el derecho fundamental al sufragio a los trabajadores (¡solo faltaba!), pero si que deberíamos de forma clara explicar los límites del formalismo ( o fundamentalismo) democrático burgués. Tradicionalmente, la clase trabajadora en Europa Occidental ha preferido votar la izquierda tradicional (racionalista) frente a la derecha, pues ese voto al menos hacía menos traumático el nuevo ciclo de reproducción del capital frente a sus pobres condiciones materiales. Es legítimo que sin un horizonte de ruptura socioeconómica y política por lo menos la clase trabajadora tratara de defender sus pocas conquistas, conquistas mínimas pero labradas con la sangre de muchos camaradas. 

Así las cosas, lo que pedimos ante el escenario actual es por lo menos que la honestidad juegue un papel clave en los márgenes del sistema. Dada la situación de repliegue político de las fuerzas populares y a falta de una vanguardia colectivista en toda Europa es fundamental que cada trabajador razone su decisión sin influencias externas a sus propios intereses de clase. La ausencia de vanguardia y el repliegue de los postulados revolucionarios no pueden justificar toda inacción, el hilo rojo de la historia sigue su camino y aunque el momento es de repliegue y sumamente reaccionario no podemos perder colectivamente este hilo nunca, hagamos lo que hagamos. 

En conclusión y a falta de un consenso clasista, pedir a los trabajadores que obren políticamente en consecuencia y no compren los marcos demoliberales, pues es el camino. En la actual coyuntura ni podemos pedir que no haya un solo voto obrero en las urnas ni podemos hacer apología del voto trabajador para mitigar posibles escenarios. No es que abracemos una postura "ni-ni", es que las circunstancias y la realidad imponen nuestras posiciones y en este momento no podemos abrazar ningún escenario. Por supuesto que en el futuro habrá que repensar la situación y esperemos que podamos optar por una vía clara de transformación sociopolítica pero en el actual contexto no podemos hacer más que pedir honestidad y racionalidad en las decisiones a tomar. 

Para acabar nada más que reivindicar nuestro más radical democratismo comunista. En este sentido si que debemos de ser claros y concretos. Los procesos participativos siempre son deseables en un marco democrático-popular, marco dado por una ruptura social, económica y política con el paradigma burgués de democracia. El comunismo y la fase de transición previa a éste serán democráticos o no serán. Debemos seguir teorizando sobre esta cuestión y plantear alternativas democráticas reales para toda la clase trabajadora una vez que el modo de producción que nos condena a vender día a día nuestra fuerza de trabajo esté superado. Por la auténtica democracia popular, por la socialización económica y política de todo el devenir social y por las libertades puras del ciudadano trabajador. 

Asturies, mayo de 2023. 

Comentarios

  1. Teneis razón, pero el problema está en la dispersión de destacamentos comunistas marxistas-leninistas en toda España, hay un documento de Unión Proletaria bastante importante acerca de la unidad comunista, y el resultado es penosamente negatívo, esto obedece a la falta de los mismos dirigentes de estos destacamentos (no partidos) a dejar sus poltronas dentro de los mismos, ya que, si conseguimos llegar a la unidad comunista creando el gran Partido Comunista reconstituido saldrían dirigentes distintos a través de un Congreso Extraordinario dando lugar a que los anteriores quedarían desplazados posiblemente, otro problema que tienen es la falta de formación marxista-leninista, la falta y miedo a hablar de Stalin y del gran Enver Hoxha, estamos ante destacamentos que se manifiestan M-L, pero en el fondo siguen llevando el revisionismo desde que Enver Hoxha denunciara al mundo el Eurocomunismo y la traición al m-l de todos los partidos comunistas de Europa, por lo tanto no hay que perder más el tiempo y ponerse a trabajar para llegar a esa unión de comunistas antirrevisionistas y lograr de nuevo eso de... un fantasma recorre Europa, el fantasma del comunismo.

    Julio Tuñón (Uviéu) Asturies

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    1. Munches gracies por acudir a esti humilde espacio y tus aportaciones en el comentario Julio. Conocemos el manifiesto y la propuesta de Unión Proletaria y nos parece una iniciativa loable, aunque quizá insuficiente. Un saludu candial.

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