Antón Makárenko y el desarrollo de la pedagogía socialista.

Este 13 de marzo conmemoramos el nacimiento de una de las grandes figuras constructoras del socialismo, Antón Makárenko. Ese día de 1888 nacía el gran pedágogo sovíetico en la localidad de Bilopol (Ucrania, aunque en esa época dentro del Imperio Ruso). Aunque contó con una infancia dura en cuanto a salud se supo sobreponer por su capacidad precoz para indagar en la naturaleza de los fenómenos y por su pronta afición a leer y escribir. Años después se convirtió en un gran estudiante  y docente, aunque no indagó verdaderamente en la Pedagogía hasta algo después.

Partidario de las ideas socialistas pronto comenzó a mezclar sus posiciones políticas con su ocupación de pedagogo. Bajo el brutal régimen zarista organizó círculos de estudio y pensamiento crítico para obreros y se siguió formando como educador. Tras la Gran Revolución de Octubre todo cambió y se abría un nuevo camino, dónde los que siempre habían sido miserables y a los que se había negado una formación integral tenían ya la posibilidad de desarrollarse a nivel educativo con total libertad.

En 1920 se le propone que organice una colonia para delincuentes menores de edad en Poltava, al sur de Rusia. Makárenko accede y el resto es historia del socialismo y también de la literatura. Efectivamente, allí establece la “Colonia Máximo Gorki”, protagonista de su obra Poema Pedagógico, una de las obras literarias centrales para entender la pedagogía socialista. El libro narra la experiencia de la Colonia, desde los complicados principios hasta el final de la experiencia y es toda una plasmación real de lo allí acontecido. A través de los diálogos y quehaceres cotidianos podemos extraer todas las peculiaridades del método de Makárenko.

Teórico y práctico de la reeducación consiguió sacar adelante a multitud de jóvenes con no pocos problemas. Se apoyó en una experiencia cooperativa, dónde se combinaba el trabajo tanto manual como intelectual y se generaba una experiencia de socialización de los jóvenes en un ambiente de camaradería, apoyo mutuo y solidaridad. Makárenko hizo que estos jóvenes recuperaran su dignidad personal, la empatía social y las ganas de darle una orientación positiva a sus vidas.

Después de desarrollar con éxito su innovadora Colonia Gorki y de recibir todo tipo de felicitaciones por su brillante e innovadora experiencia, incluso del propio Gorki, claro está, refundó varias veces la Colonia y se ocupó de experiencias similares dentro del joven Estado Soviético. Más tarde, animado por Stalin fundó el municipio de Dzerjinski. En esta localidad siguió desarrollando su actividad profesional hasta su muerte, por una insuficiencia cardíaca en abril de 1939. Fue condecorado con la Orden de la Bandera Roja del Trabajo y enterrado en Moscú. Es deber de los comunistas de hoy reivindicar a los nuestros. 

En suma, la experiencia y obra de Makárenko demuestra que otro mundo es posible. Fuera de consideraciones políticas obvias tales como la laicidad o gratuidad de la educación en las sociedades socialistas, si indagamos más en la práctica educativa podemos ver notables diferencias con las praxis educadoras de los países capitalistas y su trasfondo.

La educación bajo un sistema socialista conjuga el desarrollo libre del individuo sin dar la espalda a las necesidades de toda la colectividad. Esa es la clave para generar un estadio histórico en dónde las condiciones para un desarrollo de la sociedad humana estén dirigidas por una nueva moral, cuyo fin será generar una sociedad más justa y libre. Bogdan Suchodolsky, notable pedagogo de la Polonia Socialista resumió de forma magistral en su obra Fundamentos de la Pedagía Socialista la esencia de la educación socialista en contraposición a la educación capitalista:

“Al reivindicar para la pedagogía el derecho científico de ocuparse de la problemática de los fines educacionales, podemos solucionar dicha problemática desde dos puntos de referencia: social e individual, (…) los cuales están ligados dialécticamente entre sí, es decir, que ambos puntos son contrarios y a la vez convergentes.

Mientras que en las numerosas concepciones de los fines educacionales en la época burguesa, se declaraba, o bien que en primer lugar están los intereses del individuo, incluso en detrimento del conjunto de la sociedad – pues éste era el carácter de todas las concepciones liberales , o bien se supeditaban los fines de la educación a los intereses del Estado en perjuicio de los intereses deñ individuo – tal era el carácter de la ideología educacional fascista-, lo que caracteriza la concepción socialista de los fines de la educación es precisamente su capacidad de saber ligar las necesidades resultantes del desarrollo social con las necesidades de los individuos que promueven ese desarrollo y participan en él.”


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