La nula validez de la equidistancia sobre el conflicto en Palestina.


              No es cuestión importante ahora introducir lo que ha pasado en los últimos días en Palestina. Es algo que ya ha llegado al gran público, el conflicto iniciado en 1948 con la creación del ente sionista de Israel ha vivido en las últimas jornadas una nueva escalada, de las tantas que hemos vivido en estos últimos 75 años de ocupación y genocidio. Lo cierto es que Hamás y otras fuerzas combatientes de la causa palestina lanzaron una ofensiva relámpago contra Israel y la situación ha llegado a tal extremo que Israel ha decidido emprender una "guerra total" contra la Franja de Gaza. No vamos a ahondar aquí en juzgar los métodos de Hamás ni su naturaleza ideológica, pero sí queremos afirmar desde un principio que estamos en las antípodas tanto de la cosmovisión ideológica de Hamás como de sus métodos. 

Dicho esto, a modo de introducción, queremos centrar esta nota sobre algunas posturas que en los últimos días se han visto en algunos posicionamientos de personas y colectivos que en el pasado han mostrado su apoyo a la liberación nacional de Palestina. Nos referimos a los que llamaremos con cierta generosidad como "equidistantes". Esta equidistancia abraza diversas fórmulas, pero todas abrazan un inmovilismo y una ausencia de solidaridad hacia el Pueblo Trabajador de Palestina. Los argumentos para no posicionarse son muy variados, incluso a veces se fusionan, para abrazar la nada y hacerle seguidismo al status-quo, esto es, al actual estado de las cosas, que no es otro que colaborar con la legitimación de la ocupación sionista. 

Hemos escuchado un poco de todo, la verdad. Por un lado, están quiénes se han sumado a una guerra religiosa aquí en Europa contra el Islam y la inmigración árabe y criminalizan a todos los inmigrantes árabes, haciendo una simbiosis entre estos últimos y el fanatismo religioso y reaccionario de Hamás. Tenemos quien se está poniendo de lado equiparando sionismo e islamismo y aunque asumen el error de 1948, con la creación de Israel, abrazan una posición nihilista en esta cuestión concreta y afirman que no tiene solución práctica a largo plazo. Estas posiciones conjugan cierta condescendencia con la situación de los palestinos pero evitan un mínimo de compromiso con su liberación nacional con la excusa del islamismo. 

Por otro lado, ciertos sectores dentro del marxismo han emitido posicionamientos vergonzantes que podríamos calificar de ultraizquierdistas e idealistas. Llaman a establecer una vanguardia comunista dentro del movimiento de liberación para así poder abrazar la causa palestina con plenas garantías ideológicas y políticas. Los que abogan por la reconstitución del comunismo en pleno centro imperialista, pero son incapaces de reconstruir esa vanguardia más allá de la letra muerta y las redes sociales, ponen como condicionante para poder solidarizarse con Palestina frente al genocidio sionista algo que son incapaces de desarrollar de forma práctica en su casa. ¡Cuánta soberbia teórica y cuánto chovinismo europeo mal disimulado!

Ambas corrientes acaban complaciendo en el aquí y ahora a la situación actual. Incluso hay ciertos vasos comunicantes entre ambas enmiendas hacia la resistencia palestina, conjugando de una y otra idea tótem, la excusa perfecta para estar callados o peor todavía, hablar sin tener claro lo qué es justo o injusto a nivel de principios básicos. Por supuesto que todos somos libres y de hecho es deseable hacer un análisis crítico y fundamentado de todas las aristas del conflicto palestino-israelí. Pero no todo vale para pasar de lado y abrazar la equidistancia, equidistancia que ha abrazado por ejemplo la llamada "socialdemocracia" otanista. 

Como hemos dicho desde un principio, después de 75 años de ocupación y limpieza étnica, no nos debe sorprender que Hamás haya tomado más protagonismo en un conflicto en el que el odio étnico y religioso tienen un papel fundamental a la hora de explicar los choques que se van dando. Es totalmente cierto que el movimiento de liberación de Palestina ha corrido mejor suerte y las organizaciones de carácter laico y de clase han ido perdiendo fuelle. La caída del campo socialista y de democracia popular también ha contribuido de forma severa a que la realidad de la resistencia nacional palestina haya virado hacia otros derroteros menos deseables, por decir algo. 

Ahora bien, en palabras de Mao "todas las guerras progresistas son justas, y todas las que impiden el progreso son injustas. Los comunistas nos oponemos a todas las guerras injustas, que impiden el progreso, pero no estamos en contra de las guerras justas, progresistas"(1). Y aquí nuestra lógica y si bien a veces los actores políticos de la postmodernidad nos pueden hacer cabalgar más contradicciones de las que quisiéramos, lo cierto es que la causa palestina es una de las causas que deben hacernos fuertes y apostar por la unidad en pro de la lucha antiimperialista. 

El pueblo de Palestina lleva décadas viéndose forzado a ser desplazado y humillado por culpa de que las potencias imperialistas en su momento, después de la II G.M., buscaron una solución tan fácil como temeraria a la cuestión judía, genocidio nazi mediante. La única razón por la que el sionismo no ha dejado expandirse y con ello su ente estatal en tierras de Palestina, no ha sido otra que la connivencia con los intereses del imperialismo yanqui. Si ahora ponemos en duda esta verdad histórica tan evidente, ¿cómo podremos en el futuro hablar a nuestros pueblos de imperialismo y resistencia popular y nacional? ¿Cómo podremos tratar de mantener nuestra idiosincrasia mientras el imperialismo yanqui se hunde?

Volviendo a las equidistancias de moda, como comunistas, no podemos comprar el relato del sionismo e imperialismo a la hora de equiparar la resistencia de Palestina con el nacionalismo étnico y religioso de Hamas. Si bien hemos de admitir que las organizaciones laicas y socialistas palestinas en los últimos lustros han sufrido ciertos reveses y por desgracia la cuestión metafísica ha cobrado más relevancia, la diáspora palestina no ha dejado de estructurar organizaciones antisionistas de carácter popular. A su vez, en la franja de Gaza combaten a Israel organizaciones populares como PFLP, PRC, Fatah o la BRN, todas ellas en mayor o menor medida de inspiración marxista. 

Evidentemente, todas estas organizaciones están en el momento actual movilizadas frente al mal mayor e incluso se han llegado a coordinar ahora y en otros momentos con Hamás. Estamos hablando de una guerra asimétrica frente a uno de los líderes del imperialismo y en esa batalla no todo vale. Pero lo cierto es que la rebelión se justifica por muchas aristas que pueda tener. No podemos aceptar en un conflicto abierto y tan crudo como el palestino-sionista medias tintas, pues lo que debe primar es el interés primario del pueblo palestino y después los intereses de la clase obrera en todo el mundo, incluyendo la clase obrera del centro imperialista. 

Lo cierto es que la guerra entre el sionismo y Palestina no es una guerra revolucionaria, pero sí es una guerra en la cual podemos ver una confrontación entre antiimperialismo e imperialismo. Israel no deja de ser un enclave geoestratégico para que el imperialismo yanqui tenga un centro de operaciones vital para controlar la zona, su capital financiero está volcado en la ocupación por motivos obvios y su complejo militar-industrial es en el corto plazo el mayor interesado en que Israel siga consolidándose como Estado. De hecho, Israel es la correa de transmisión a efectos prácticos de EEUU en Oriente Medio. Por ello es vital no comprar ni un pedacito insignificante del relato israelí.

No posicionarse en esta guerra abierta con el Pueblo Palestino bajo nuestro juicio es un crimen y deja a los equidistantes en una posición bastante complicada de justificar. Es cierto que la estrategia de Hamás y buena parte de la resistencia palestina de confrontar militarmente con Israel tan abiertamente puede llevarnos a un nuevo desastre, pues la soberanía territorial palestina corre el riesgo de desaparecer del todo. No podemos aplaudir la acción de Hamás que ha desencadenado todo. ¿Pero en momentos de pugna y ofensiva militar debemos dejar a Palestina sola frente a la autodenominada "Comunidad Internacional"?

Los equidistantes, ¿van a aportar algo desde su trinchera xenófoba o ultraizquierdista, a la liberación nacional de Palestina? Su silencio, ¿va a remover conciencias dentro de la causa nacional y social palestina o va a estar de lado del imperialismo y su marioneta sionista? Ese silencio, bien xenófobo, bien desde una atalaya moral, ¿va a contribuir algo a resolver el conflicto y a las condiciones materiales del pueblo de Palestina arrinconado en Cisjordania o la Franja de Gaza? Desde nuestra humilde trinchera consideramos que todo análisis de mínimos que se haga de la situación actual de genocidio sionista desde la equidistancia es parte del crimen. Venga de dónde venga y se adorne con los argumentos que se quiera argumentar. 

El derrotismo revolucionario está justificado cuando un Estado burgués agrede a otro Estado de las mismas características por puras pugnas interimperialistas o interburguesas. Ni siquiera este conflicto tiene una naturaleza de guerra proxy, es decir, que una guerra se produce cuando una nación agrede a otra por medio otro Estado, como está pasando en Ucrania. Lo que tenemos en ciernes ahora es otra cosa. Es una guerra en pro de la soberanía nacional de una nación ocupada frente a todo el centro imperialista y su instrumento útil, el ente sionista y genocida de Israel. 75 años son ya suficientes para que tanto "demócratas" como gente "de progreso" se acabe de dar cuenta que en determinados casos no valen equidistancias oportunistas ni interesadas. Las contradicciones a la hora de hacer un análisis crítico y exhaustivo de esta situación son tan de primer orden que no valen posturas ni-nis.

Para cerrar, llamamos a todos los colectivos populares de Europa, a los que podemos llegar, a aportar todo lo que puedan. Seguir fomentando el bloqueo no solo económico, sino también cultural puede ser un buen punto de partida frente a la Dictadura Sionista. También llamamos a matizar y madurar ciertas concepciones actuales que hemos visto en los últimos días sobre el conflicto, pues no deja de ser una pugna entre imperialismo y soberanía nacional de un pueblo oprimido, por mucho que algunas equidistancias quieran explotar ciertas contradicciones de carácter secundario en este momento. 

(1) Sobre la guerra prolongada, Mao Tse-tung (1967).


Asturies, ochobre de 2023.



Comentarios

  1. Juan Ambou10/12/2023

    Brillante y muy sintética exposición. Algunos están quedando con el culo al aire, desde la progresía liberal gobernante hasta los sectores más antisistema. No hablamos de contradiccion s dentro del seno del pueblos. Hablamos de contradiccion colonialismo - pueblo ocupado. Poco más hay que decir. Salú cámares!

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