Frente a la guerra de la OTAN y la UE: pan, paz y trabayu.
Los burócratas de Bruselas, como ya se anticipó aquí, parecen querer pisar más el acelerador belicista. En las últimas semanas, hemos ido viendo cómo distintos figurantes de ese conglomerado del gran capital europeo que es la Unión Europea, han ido realizando declaraciones cada vez más agresivas, a veces también más catastrofistas, sobre un eventual conflicto bélico formal con la Federación Rusa.
Las contradicciones que han emergido entre el gran capital europeo, representado por la UE y la facción del capital monopolista yanqui representada por Donald Trump, cada día parecen más evidentes y las posiciones de dichas facciones imperialistas cada día más irreconciliables. Desde esta tribuna, de todas las maneras, nos reservamos todas las precauciones a la hora de emitir este juicio, dada la convergencia de intereses objetivos entre ambos sectores del capital y los nexos históricos.
Por un lado, Trump insiste en querer cortar el grifo financiero e instrumental a Ucrania, dados los resultados poco satisfactorios que ha tenido la injerencia estadounidense en la política interna del este de Europa. Para ello, fiel a su estilo populista, obviamente recurre a toda la retórica pacifista, cuando en verdad quiere cobrar los servicios prestados, cosa que hubiera hecho cualquier administración de EEUU. La diferencia de Trump, sí, es que afirma a viva voz, en público y sin complejos, los acuerdos a los que llega el imperialismo yanqui en privado.
En el otro lado, la Unión Europea, inducida en su día a comprometerse plenamente con Ucrania por seguidismo a EEUU, ha emprendido una carrera de no retorno para sostener la carrera belicista en el este del continente. Si los EEUU de Trump expresan su bajeza moral y su naturaleza ideológica y de clase con la verborrea populista del magnate, la UE expresa lo mismo con falso y cínico moralismo. Ambas facciones del centro imperialista se han visto sobrepasadas por el escenario que se ha desarrollado con la guerra proxy en Ucrania, ambas facciones esperaban un win-win rápido. Pero también, ambas facciones han asumido que la apuesta había ido demasiado lejos y si lo miramos en términos globales ambas facciones van perdiendo.
Y en medio de todo ello, tenemos una OTAN, brazo armado del centro imperialista, pero tradicionalmente participa siempre por los estadounidenses, a la que EEUU ha dejado de tener entre sus prioridades de inversión, dado el seguidismo capitalista europeo. Ahora, por el devenir de los acontecimientos y las contradicciones intracapitalistas, parece que van a ser los estados adheridos a la UE los que van a costear mayoritariamente el mantenimiento y la acción terrorista del órgano militar del centro imperialista. Y que nadie se confunda, EEUU, Trump o los intereses que representa como presidente, no van a soltar de ninguna manera el "juguetito", simplemente estamos asistiendo a un intercambio de roles e inversiones.
Lo que aquí se tiene por delante, en síntesis, es un agotamiento del estado de las cosas a escala internacional, dónde tras la caída del bloque socialista todo parecían ser ganancias para el gran capital, ganancias graduales según el rango dentro de la cadena imperialista mundial, pero al fin y al cabo ganaban todos. Hoy el modelo se ha agotado, el centro imperialista se ha topado con una serie de desafíos globales que parecen emerger con más fuerza. Procesos, aludíamos en la anterior entrada a ello, como el peso que van ganando numerosos estados mediante el paraguas de los BRICS, la desdolarización o la actual crisis del valor evidencian este agotamiento.
Volviendo a la escalada belicista, en las últimas semanas, además de algunas declaraciones de altos representantes de la Unión Europea, ha sido sintomático del rumbo emprendido por el gran capital europeo, una campaña mediática dirigida directamente a los pueblos de la UE. La burocracia capitalista europea lanzó un video en redes y mass-media para concienciar a las poblaciones de la importancia de tener un "kit de supervivencia de 72 horas" en caso de conflicto bélico, intentando inducir la normalización de un ambiente prebélico real. No descubrimos nada si afirmamos que la gente en la calle está hablando de este tema continuamente y esto es lo más preocupante de todo.
Y dado todo lo anteriormente expuesto, el lector comprobará que en ningún momento hay referencias a intereses populares o incluso nacionales, y no es para menos. La situación de crisis capitalista actual, de magnitudes mundiales y que no tiene marco nacional en la que no se manifieste, también requiere de saltos al vacío sin tener en cuenta intereses populares o nacionales. No estamos aquí negando la pugna de intereses de los estados-nación en la arena internacional, pero sí que es menester afirmar que en este momento la ofensiva belicista viene más bien motivada por choques entre los intereses de facciones del gran capital supranacional.
Por tanto, hablemos ahora de lo que de verdad nos involucra a los destacamentos del comunismo, esto es, de los intereses de la clase obrera y los sectores progresivos de nuestras sociedades.
Pan, paz y trabayu, o ellos o nós.
Dicho todo lo anterior, como se atribuyó a Mark Twain, "la historia no se repite, pero a menudo rima". Y sí, hay cierta rima y similitudes con el escenario prebélico a la I Guerra Mundial, en el cual la clase capitalista mandó a morir a millones de proletarios por un nuevo reparto de la ganancia capitalista apelando a distintas proclamas, principalmente el nacionalismo. Hoy nos quieren vender dicho nacionalismo de una forma más refinada y más sofisticada, la esencia es la misma.
Lo cierto es que los protagonistas y ejecutores de esta deriva belicista poco tienen que ofrecer a sus sociedades. Más bien ofrecen una depauperación progresiva de las condiciones materiales de vida y un proceso de brutalización de la sociedad y los discursos imperantes. Ayer como hoy, el capital busca en su capital variable, esto es, en los trabajadores matando otros trabajadores, lo que ayer fue un nuevo reparto del mundo y hoy es un salvavidas a ese reparto imperialista del mundo sellado ayer con sangre proletaria.
Irónicamente, hoy no hace falta votar por los créditos de guerra en los respectivos parlamentos estatales, hay un ente supraestatal y un brazo armado que lo decide todo sin el fetichismo de las urnas. El capital no requiere más legitimación que la orden de los "altos representantes" de la UE para instrumentalizar vía rearme de la OTAN la sangre y los impuestos de los trabajadores de la "Europa convergente". Esta es la "democracia" y "el jardín europeo" que nos hemos dado, o que nos han metido a calzador, por utilizar expresiones más precisas.
Obviamente, para los avezados a las dicotomías, la Federación Rusa no es para nada la salvaguarda de la esencia que liberará las potencialidades de desarrollo no imperialista de las poblaciones de la llamada "Europa Occidental". Quien venga aquí buscando un discurso entreguista a la otra facción del conflicto bélico se dará de bruces contra el suelo . No, no estamos afirmando aquí que la Rusia de Putin sea la quintaesencia del progreso social y colectivo libre de chovinismo, nacionalismo e intereses geopolíticos ambiciosos.
Pero, siguiendo con ello, no es nuestro enemigo principal, ni ha sido la Federación Rusa, mucho menos el pueblo ruso, como hay algún opinólogo que nos trata de convencer con la rusofobia al alza, quien ha forzado la situación al punto extremo actual. Y ya que aludimos a rusos y hablamos de rimas en la historia hablemos de rusos (y no rusos) con dimensión universal. Hace algo más de cien años unos señores, ante la barbarie belicista e interimperialista iniciada en 1914, lanzaron una consigna bien simple: paz, pan y tierra.
Bien, con esa consigna lograron movilizar a las masas instrumentalizadas hasta ese momento por los interereses del capital. Hicieron que esa instrumentalización se volviera contra los intereses capitalistas, las bayonetas dejaron de apuntar en ese momento contra proletarios de otros países y comenzaron a apuntar hacia las fauces de los sectores burgueses y aristócratas. Tanto es así que esa simple consigna acabó siendo el inicio del primer estado socialista de la historia de la humanidad.
En 2025, la historia no se repite, pero igualmente rima como decía Twain. Hoy en día el capital, con su crisis del valor, es incapaz de repartir las migajas del pan excedente de sus banquetes, ni siquiera para comprar la paz social interclasista. No olvidemos que algunos tenemos ese pan a diario por la cadena de valor imperialista. También, en nuestro tiempo, el capital es incapaz de garantizar paz en términos universales, no cuando es incapaz de garantizar esa paz en su propio techo en pugnas intraburguesas. Y por extensión, si ayer el capital no tenía la libertad moral que tiene hoy para negarle el techo al trabajo en pro de la libertad y el bien de mercado que es hoy la vivienda, como ayer era la tierra, no dudemos en demandar, como hicieron los bolcheviques ayer, pan, paz y techu.
Por concluir, es lo de siempre, la lucha de clases sigue vigente y por desgracia vamos bien rezagados, pero tenemos la fuerza de la razón, como clase, pero también como proyecto histórico para toda la humanidad. No dudéis en señalar en vuestros hogares, centros de trabajo o enseñanza la naturaleza ajena a los intereses de clase del trabajador del absurdo salto belicista que estamos viviendo y de la verdadera naturaleza de toda esta barbarie.
No respetéis los símbolos de la sacrosanta Unión Europea y la OTAN, no deis la espalda a otros trabajadores, con independencia de su cultura u origen y no os dejéis arrastrar al altar de la barbarie imperialista. Defended únicamente la construcción de proyectos cimentados en la independencia de clase, únicos proyectos que pueden garantizar de forma legítima y duradera la paz, el pan y el techu a nuestra clase.
Ni guerra entre pueblos, ni paz entre clases. Comunismo o barbarie.
Asturies, abril de 2025.
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